jueves, 3 de febrero de 2011

Fin de los partidos

Al iniciar el 2011, la ambición e insensibilidad de los políticos en México parece que está matando a los partidos políticos como los hemos conocido durante los últimos años. Lo grave de la situación es que es muy probable que esa circunstancia dañará profundamente nuestra democracia y nuestro modelo institucional.

Cuando en una sociedad democrática los políticos empiezan a no respetar las reglas básicas de la ideología de los partidos y, por el simple hecho de alcanzar el poder, brincan de un partido a otro sin escrúpulos, rompiendo las reglas no escritas de la ideología política, están destruyendo el balance democrático del sistema y la confianza social en los partidos como instituciones representativas de la sociedad civil.

Esta situación causa que la sociedad se polarice, que se pierda el foco en los problemas estructurales de México, que las soluciones se ofrezcan al mejor postor, que los oligopolios se consoliden, que la corrupción crezca, que la delincuencia organizada se infiltre en los procesos electorales y en la política y que los partidos sean las líneas ideológicas y éticas del actuar de los políticos. De esta forma, está dejando de existir la disciplina partidista que le dio unidad y rumbo a la política en México.

A finales del año pasado y en los dos primeros procesos del 2011, la única constante que hemos visto es que los políticos están usando a los partidos como simples franquicias para alcanzar el poder, los han convertido en membretes para identificarse como políticos y estamos regresando al mundo de las cavernas, de los grupos políticos conspirando unos en contra de los otros.

La institucionalidad ganada por el esfuerzo de muchos años y verdaderos políticos e ideólogos mexicanos, está siendo desechada por la urgencia de estar en el poder, en el puesto político y por las ganas de tener acceso a recursos públicos para beneficio personal o de grupo.

Como ejemplos: en las últimas elecciones vemos que políticos de un partido cambian de franquicia para llegar a la candidatura y a la mitad del camino declina a favor de otro partido. Hoy, ya no sabemos qué identidad tienen los políticos y qué ideología, son hombres ambiciosos disfrazados de corderos y se presumen preocupados por los problemas sociales. Hoy, la oferta ideológica de los políticos parece una liga tan elástica que va de la derecha a la izquierda, pasando por todas las opciones con una rapidez que asusta hasta al ciudadano más liberal.

La sociedad, ante este panorama, también empieza a jugar su propio juego de buscar los huecos en la política para no cumplir sus obligaciones y guardando rencores e insatisfacciones ante la impunidad, la injusticia, la desigualdad y el abuso de los políticos. En este juego, el gobierno no se da cuenta de los casos mundiales en donde este tipo de problemas empiezan a incrementar las demandas sociales de tal forma que pueden estallar en cualquier momento, véase el caso de Egipto.

Hoy, ya no sabemos si los políticos están ciegos de poder o, ante el aumento de la escalada del pleito por el poder, están jugando con fuego para provocar aumento de la delincuencia o creando los escenarios para que la población se canse y le reclame a los políticos en el poder para hacerlos caer, entiéndase una revolución silenciosa para hacer quedar mal al partido en el poder o a los propios enemigos. Empezamos a ver que, los grupos políticos utilizan cualquier recurso para hacer quedar mal a sus oponentes; lo peor es que lo hacen a través de detener las reformas tan necesarias para el país o de tratar de proponer otras reformas contrarias al grupo opositor. Esto no nos lleva a ningún lugar más que al deterioro de la economía.

Lo grave es que todos están perdiendo; el PRI en franco enfrentamiento un PRI del Senado contra un PRI en la Cámara de Diputados; el PRD tratando de unirse con su peor enemigo para no perder el registro y con el pretexto de sacar al PRI del poder; y un PAN que trata de generar poder desde el poder (asunto que fue tan criticado a Fox en el pasado), y que gracias a sus últimas alianzas, ha llegado al curioso papel de estar en la Presidencia de la República, pero estar cayendo hasta un tercer lugar en las preferencias electorales; por hoy, no gana nada y sólo lo logra junto a su peor enemigo.

Grave situación y es necesario empezar a trabajar, a nivel país, en un nuevo diseño institucional y en crear una nueva clase política.

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