jueves, 1 de marzo de 2012

Ciudadanos vs. Ciudadanos


En toda democracia hay dos tipos de ciudadanos, los que están afiliados o cercanos a un partido político y los que no.

Entre los que están afiliados a algún partido podemos contar desde el Presidente de la República, pasando por toda la burocracia, ya que en su mayoría llegaron ahí por alguna filiación política, diputados, senadores y todo su séquito, hasta el último de los militantes activos que acatan las instrucciones que la jerarquía política les indica.

Enfrente, estamos todos los demás, los ciudadanos comunes o, como se les acostumbra a llamar, los ciudadanos de a pie; éstos somos la mayoría y, además de tener la obligación de pagar nuestros impuestos y obedecer las leyes, tenemos el derecho de votar y quejarnos ante la autoridad; así es la fórmula de la democracia.

En nuestro país el balance entre estas dos fuerzas se había mantenido, digamos que hasta ahora, estable, con las eternas y respectivas quejas de los ciudadanos por los abusos de las autoridades y fallas administrativas, amén de otras causas naturales del día a día de la administración pública.

En este juego perverso, hay que entender que los ciudadanos afiliados a un partido tienen un tipo de “fuero invisible” que les otorgan la política y, la burocracia, mismo que está basado en el poder de ser administrador de los ciudadanos normales y que siempre será justificado por las razones políticas que ofrece el sistema democrático, las cuales son tradicionalmente conocidas: no tengo la autorización de otra autoridad, no hay presupuesto, el Congreso no ha actualizado la ley, no está publicado en el Diario Oficial, etc., y, ahora, se ha inaugurado una nueva que va siendo ya más común y reza: “ésa es la interpretación que le damos a la ley”.

Hasta hace poco tiempo, el ciudadano normal tenía la opción de quejarse ante un medio de comunicación para ver si servía como caja de resonancia o, en su defecto, juntar un grupo de personas y salir a la calle a manifestarse. Pero el mundo ha cambiado a velocidades insospechadas, ya los medios no son tan eficaces para este tipo de denuncias y las pequeñas manifestaciones de ciudadanos por asuntos meramente políticos (sobre todo en la Ciudad de México) son atacadas por la policía mientras las que son de los ciudadanos políticos son intocables, por lo que ya tampoco es funcional.

Pero la tecnología ha traído una gran herramienta, las Redes Sociales en Internet, que sirven para juntar voluntades y para la creación de la empatía entre y para los ciudadanos. Hoy esta herramienta de comunicación digital, está cumpliendo con una función social de gran importancia para la sociedad en México y todo el mundo.

Considerado ya como un movimiento denominado ciudadano, esta herramienta está generando la facilidad de los ciudadanos normales se enfrenten contra los ciudadanos políticos, y ya hemos sido testigos, alrededor de todo el mundo, de los efectos que se están teniendo, que van desde simples denuncias públicas, hasta derrocamiento de gobiernos.

En México se empiezan a dar ciertos movimiento ciudadanos, en donde ante la laxitud y hasta conveniencia de algunas autoridades de no hacer cumplir las leyes, los ciudadanos empiezan a tomar en sus manos la aplicación de las mismas y en donde, además de exponer a la misma autoridad, ésta no puede actuar en contra de estos mismos ciudadanos, ya que lo único que se está haciendo es que se cumpla la ley, pero no de mano de los ciudadanos políticos, sino de los otros.

Un ejemplo de esto es lo que sucedió hace poco en la Ciudad de México, en donde un grupo de personas se puso a eliminar la propaganda colocada en la ciudad; ésta propaganda fue colocada por los militantes del partido en el poder y que los administradores del mismo partido no quisieron limpiar. La autoridad no pudo hacer nada ya que los ciudadanos no estaban violando la ley, en un ejemplo simpático de democracia, estaban ayudando a su cumplimiento en contra de la voluntad política de la autoridad.

En gran problema se empiezan a meter los ciudadanos políticos, entiéndase las autoridades, cuando por laxitud y conveniencia no cumplen su trabajo y, entonces los ciudadanos normales toman en sus manos la aplicación de la ley.

Así empezaron en otros países las revoluciones sociales, cuando se enfrentaron los ciudadanos vs. los ciudadanos.



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